martes, 23 de febrero de 2010

Une journée d'Andrei Arsenevitch de Chris Marker


Tarkovsky el director está recostado en una cama. Saludo a su hijo con una mirada llena de futuro. Lo ve en él. Pero su rostro también refleja el pasado, refleja todo lo que el mítico director ha vivido. Recuerda el sentimiento de su último trabajo en la Unión Soviética, Boris Godunov y su mítica grabación, da un salto Ivanovo Destsovo, y luego un salto hasta su adaptación de Hemingway, Ubiitsy.

Y la melancolía nos regresa cuando el padre le habla al hijo y entonces comienza a llover, como llueve en Stalker, en Zerkalo, en Andrei Ribilov y en Ivanovo Destsovo, la tierra se junta con el cielo a través del agua y nos muestran a un hombre que está contento, pero que siente el corazón en otra tierra, su tierra, donde no está.

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