miércoles, 14 de abril de 2010

Fake Fruit Factory - Chick Strand




Un eterno close-up interrumpido por la toma de un espejo podría ser un resumen muy superficial de esta película. Pero hay mucho más que eso. Durante la película, somos testigos del trabajo de un grupo de mujeres en una fábrica de frutas de papel, dirigida por un americano en tierras mexicanas. La hipnosis creada por las tomas cerradas en las frutas, sus colores y las manos de las mujeres nos dejan ver mucho más de lo que podría lograr una explicación didáctica del proceso.



Durante el montaje del trabajo de las mujeres escuchamos sus pláticas íntimas como sonido ambiental que se transforma pronto en parte fuerte del lenguaje cinematográfico usado, nunca viendo (con pequeñas excepciones) un rostro o característica física aparte de las manos. Sumándole la música nos metemos a un viaje en el que la realidad es clarísima. No conocemos las casas de las trabajadoras, en qué parte de México se encuentran ni un pequeñísimo detalle de la fábrica. Pero sabemos bien que alguien está siendo expuesto y es este grupo de trabajadoras.

Así la poca convencionalidad de decisiones en este documental lo hacen más efectivo, además de altamente estético y objeto de estudiio.

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